miércoles, 13 de junio de 2012

Madonna: M.D.N.A. (2012)

La Reina del Pop, que siempre ha controlado el estilo musical de sus entregas al participar activamente en su producción, lleva tiempo repitiendo el mismo concepto: un álbum más orientados al público norteamericano, otro al europeo/internacional, otro al norteamericano, etc. Así que tras "Hard candy" (2008), con los norteamericanos Timbaland, The Neptunes y Kayne West como colaboradores estelares, era esperable que este "M.D.N.A." supusiera su retorno a un sonido más internacional, con lo cual resulta difícil compararlo con su predecesor. Ahora bien, las dos preguntas que inmediatamente vienen a la mente son: ¿Es "M.D.N.A." mejor que "Hard candy"? Sí. ¿Y se convertirá en un álbum clásico en la carrera de Madonna? No.

Pues el resultado es relativamente irregular y, si se me apura, diré que hasta un poco engañoso para los que anticiparon este disco como la respuesta de Madonna a Lady Gaga. Me explico: durante la elaboración del álbum se informó de que Madonna estaba trabajando con alguno de los más laureados creadores de música disco de los últimos tiempos, especialmente los europeos Martin Solveig y Benny Bennasi. Con lo cual cabría esperar una especie de continuación del ultra-bailable "Confessions on a dance floor" (2005). Pero al final resulta que de los 12 cortes del disco 6 están coproducidos por William Orbit, quien ya había convertido a Madonna en una artista madura en su celebrado "Ray of light" (1998), mientras que Solveig sólo coproduce 3, y Bennasi 2. Por contra, en la edición Deluxe, que contiene 4 temas más, encontraremos otros 3 más de Solveig y otro más de Bennasi. Da la impresión de que Madonna no quedó muy contenta con el trabajo de Solveig y Bennasi e intentó una apuesta menos arriesgada, en la cual la pista de baile cedía espacio a los medios tiempos (o directamente a temas pausados) y a los arreglos etéreos de un Orbit menos inspirado que hace unos años.

El sencillo que anticipó el álbum, uno de los temas coproducidos por Solveig "Give Me All Your Luvin'", con las colaboraciones un tanto secundarias de Nicki Minaj y M.I.A., es en mi opinión y pese a las críticas recibidas, un acierto: desenfadado, con un estribillo pegadizo, un ritmo alejado del simplón binario que nos azota sin piedad en tantos artistas, una instrumentación ultraelectrónica que sin embargo parece convencional, dos progresiones armónicas independientes y bien entrelazadas... Pero es el quinto corte del disco, así que hasta llegar a él hay que pasar por momentos menos buenos.

El album se abre con "Girl gone wild", segundo sencillo y uno de los 2 temas coproducidos por Bennasi. Que sí es bailable, electrónico y actual, pero que al igual que su videoclip recuerda desde su comienzo a otros temas de la diva como "Give it to me", con sus "Sorry" y "Oh my god" declamados al comienzo, y que a pesar de unas estrofas correctas naufraga un tanto en un estribillo histriónico.

El listón sube ligeramente con "Gang Bang", primer corte coproducido por Orbit: un tema provocativo (Madonna se recrea en su venganza sobre un fallido amante), tremendamente machacón (el bombo se escucha más alto incluso que la voz de Madonna, y la única progresión armónica es dosificada en unos cuantos intervalos), edulcorado con una gran variedad de ruidos sintéticos y sin embargo resultón si se escucha los suficientemente alto. Pero los dos cortes siguientes ("I'm addicted", con Benassi, y "Turn up the radio" con Solveig) son decepcionantes por insulsos.

Así, cuando llega "Give Me All Your Luvin'" la impresión es que el álbum carece de la inspiración suficiente, y ya es tarde para remediar esa apreciación. Y eso que después suena el sintético "Some girls", para mí el mejor tema del álbum. En él colabora, además de Orbit, Klas Åhlund, responsable de los aclamados dos últimos álbumes de la sueca Robyn, y que aquí firma un tema que empieza con una superposición de voces distorsionadas aparentemente monocordes, pero que desemboca en una progresión armónica excelente, a la que se amolda perfectamente el estribillo, el cual a su vez dará lugar a un tramo final con otra progresión armónica totalmente distinta pero igual de disfrutable.

El siguiente tema también merece la pena: "Superstar" tiene un ritmo original, un acertado toque guitarrero y una inocencia pop que recuerda a los temas más desenfadados de Garbage, pese a que es compositivamente simple. Pero el listón baja de nuevo con la ácida "I Don't Give A", última aparición de Solveig y aparentemente destinada a contentar al público norteamericano. Y los últimos cuatro cortes, firmados por Orbit y correctos todos ellos, difícilmente serán recordados dentro de un par de temporadas: "I'm a Sinner", remedo de "Beautiful stranger" más de una década después, "Love Spent", una nueva apropiación de la progresión armónica del "Gimme gimme gimme" de A.B.B.A, que Madonna ya había expoliado en "Hung up", "Masterpiece", la inevitable balada que no puede faltar en todo álbum con fines comerciales, y la sinfónica e intimista pero algo insulsa "Falling Free".

Como reseñaba antes, la edición Deluxe incluye 4 temas más, pero lo cierto es que ninguno de los cuatro es digno de haber entrado entre los 12 elegidos, lo que reafirma la sensación de las colaboraciones fallidas a las que aludía antes. Por salvar alguno, quizá "Best friend", que aunque recuerda a los medios tiempos susurrados de Britney Spears incorpora en los arreglos unos teclados originales y un estribillo aceptable.

En definitiva, luces y sombras en un álbum que probablemente le va a suponer a Madonna descender un par de escalones en su status de mayor estrella de pop en activo. Lo mejor es que vuelquen en su reproductor favorito los 4 o 5 temas que he destacado y se olviden del resto. Lo mismo va a hacer ella dentro de pocos meses.