domingo, 22 de enero de 2012

La lenta muerte de la guitarra como instrumento de referencia de la música contemporánea



Esta entrada pretende recalcar un hecho cada vez más relevante: la progresiva pérdida del peso de la guitarra en la música contemporánea. Un fenómeno que se está observando a nivel mundial (aunque lógicamente con distintos niveles dependiendo de los distintos países). Y que ya viene de largo, aunque la tendencia se ha hecho más acusada últimamente. Incluso en España, un país tan a la cola siempre de la vanguardia musical, empezamos a observar este hecho. Veámoslo.

La "voz de alarma" la ha dado la lista de los álbumes más vendidos en el Reino Unido el pasado 2011, que se ha publicado hace unos días: apenas se pueden escuchar guitarras en los 10 primeros puestos, y para encontrar un álbum que resista suficientemente el calificativo de "rock" hay que descender al puesto 14, con los High Flying Birds de Noel Gallagher. ¿Qué pasa, que el siglo XXI ha acabado con los rockeros en particular, y con la música de guitarras en general?

Pues en parte sí. Independientemente de lo que el estilo de vida rockero pueda representar a estas alturas y de todos sus clichés e idisincrasia asociados, parece claro que el rock duro, el alternative metal, incluso el soft-rock han perdido tirón a nivel mundial. Incluso en las listas de rock del país con más tradición rockera, los E.E.U.U., encontramos entre los albumes de rock más vendidos a artistas que nada tienen de rockeros como Coldplay o Florence + The Machine. Pero claro, de alguna manera hay que rellenar estas listas, porque para albergar a los melifluos Bon Jovi no hace falta mantener tal lista.

Quizá ayude a comprender el fenómeno que desde la década de los 50 la guitarra ha sido la base con la que se han creado e interpretado la mayoría de los temas de música contemporánea (durante los primeros 30 años sin competidor alguno). Con lo cual el abanico de propuestas y territorios creativos explorados de las más diversas formas mediante este instrumento es inmenso. Y por lo cual es cada vez más complicado ser creativo, original o talentoso cuando se transitan las aguas de las 6 cuerdas, lo más habitual es que la canción en cuestión nos "recuerde a algo".

En la década de los 80, con la popularización de los primeros sintetizadores y posteriormente otros instrumentos electrónicos, la música de guitarras empezó a ver puesto en peligro su reinado. De hecho, muchos de los artistas más relevantes de la época (de U2 a Simple Minds) supieron entrever este cambio de ciclo y abrazaron de manera más o menos abierta el nuevo mundo de posibilidades que se abría, en el cual la guitarra sería "sólo" un instrumento más entre tantos. Pero con el triunfo comercial del Grunge primero y los Unplugged después en los primeros 90 pareció que todo volvía a la normalidad para los guitarreros.

Sin embargo, con la entrada del siglo XXI, la universalización del acceso a las tecnologías, la pérdida de poder de la industria discográfica, y el triunfo absoluto de Internet, lo cierto es que cada vez se percibe más la guitarra como un utensilio del pasado. A mí al menos me parece claro que en su mayoría las nuevas generaciones han dejado de soñar con tener una guitarra colgada en la pared, y ni siquiera el Pro Tools, el Cubase o el Fruity Loops les atrae ya lo suficiente en comparación con el Mugician, el PatternMusic u otras aplicaciones gratuitas similares de los omnipresentes iPads.

De todas formas tampoco pronostico una muerte inminente. Quedan todavía grandes nombres que mantendrán vivo a este género, tanto comercialmente (Foo Fighters, Kid Rock, Kings of Leon, Red Hot Chili Peppers...) como en un ámbito menos comercial pero de más calidad (Kasabian, Feeder, Noel Gallagher, Death Cab For Cutie...). Y por supuesto aún quedarán compositores capaces de crear temas interesantes con guitarras, aunque alejados del concepto de música rock, desde The Killers hasta Gossip. Pero la tendencia ya sí parece irreversible, y más pronto que tarde la mayoría de los nuevos melómenos serán incapaces de apreciar siquiera la belleza de los solos de Mark Knopfler, o el virtuosismo de Jimi Hendrix, o las cualidades de tantos y tantos nombres que, reconozcámoslo, ya pertenecen más al pasado que al 2012.

domingo, 15 de enero de 2012

Por qué el hip-hop es peor que cualquier otro gran estilo de música contemporánea



O al menos eso es lo que pienso yo, como ya he dejado caer en alguna ocasión en este mismo blog. A diferencia del resto de los grandes estilos de música contemporánea, que como ya expliqué en su momento son igualmente válidos para contener grandes canciones, el hip hop parte por su naturaleza en una posición de desventaja. Aunque dicha circunstancia no ha querido ser resaltada por una parte considerable de la crítica y pública internacional, me imagino que por ser relativamente reciente (algo más de cuatro décadas) y de naturaleza urbana y esencialmente marginal.

Dos grandes grupos de razones sustentan a mi modo de ver tan tajante afirmación. Los expongo a continuación.

El primero tiene que ver con la naturaleza en sí de los temas de hip-hop. Recurriendo una vez más a la fórmula que en su momento definí para determinar si una canción es buena o no, podré explicar más claramente mi afirmación:

Acordes: un porcentaje alto de temas de hip-hop (más que en cualquier otro estilo) son directamente monocordes. Y los que no son, en su mayoría están constituidos por una única progresión armónica de 2 o 3 acordes (4 como mucho en alguno de sus mayores éxitos). Es prácticamente imposible encontrar progresiones armónicas medianamente elaboradas, lo que directamente evidencia que los compositores de hip-hop prácticamente renuncian (¿carecen del talento?) para musicalizar su creación. Así que de los 3 hipotéticos puntos, 1 sería el máximo al que podrían llegar los temas de este estilo.

Melodía principal: prácticamente por definición el hip-hop carece de melodía principal, que se sustituye por una declamación átona más o menos rítmica. En un intento por hacerlo más accesible, algunos temas de hip-hop recurren a una pequeña parte melódica, habitualmente en el estribilo. Por tanto, de los hipotéticos 2 puntos, 0,5 sería el máximo al que podría llegar un tema de hip-hop con estribillo melódico.

Instrumentación y arreglos: aquí afortunadamente no hay auto-limitación teórica: si se elabora lo suficiente, se podrían llegar a los 2 puntos teóricos. Otra cosa es que una parte considerable de los temas de hip-hop renuncian a cualquier tipo de instrumentación más o menos trabajada, y recurren simplemente a samplear un trozo de otro tema de otro estilo más complejo, y que abunden los artistas que además de la sección rítmica apenas utilicen dos o tres instrumentos. En honor a la verdad hay que decir que en los últimos años está proliferando una hornada de creadores de hip-hop (con Kayne West al frente) se toman la instrumentación y los arreglos más en serio.

Interpretación vocal: Nuevamente la auto-limitación de este estilo se deja sentir. Por mucho que haya quien nos intente convencer de lo contrario, es mucho más complejo cantar bien que declamar bien: las cualidades vocales necesarias no son siquiera comparables. Sólo en aquellos temas de hip-hop que añaden una pequeña melodía se podría considerar que existe una interpretación vocal compleja. Digamos, pues, que del máximo de 1 punto teórico, los temas de este estilo podrían alcanzar 0,5 puntos.

Letra: Obviamente el punto fuerte de este estilo. La mayor parte de estos temas contienen un número mayor de frases que cualquier otro tema de otro estilo. Otra cosa es que pueda fatigar tantas alusiones a la violencia, al sistema, a la policía y demás clichés, pero en general esta es la parte más elaborada de un tema de hip hop. Ahora bien, mi opinión es que la música no debe reemplazar a la literatura, y que las mejores letras de música pop contemporánea palidecen ante la mejor poesía publicada en el último medio siglo. Por tanto, 1 punto es el máximo teórico que se puede alcanzar en este ámbito.

Virtuosismo: En los temas de este estilo, tan escasos de instrumetación y partes vocales, es realmente difícil percibir algo de virtuosismo. No obstante, existen unos pocos maestros del sampler, que son capaces de extraer sonidos insospechados de una grabación existente, y por tanto mantengo aquí los 0,5 puntos teóricos como máximo difícil de alcanzar pero plausible.

Duración: Aquí tampoco hay limitación teórica para los 0,5 puntos que como máximo concedía a esta categoría. Lo que sucede es que por su decepcionante simplicidad armónica, instrumental o melódica, la fatiga aparece bastante antes que un tema más rico. Por eso es muy difícil para la mayor parte de los temas puntuar bien en esta categoría.

En suma, de 10 puntos posibles para cualquier otro estilo, en el caso del hip-hop el máximo es de sólo 6 puntos: un lastre demasiado alto para equipararlo al resto de estilos.

El segundo grupo de razones, más cuestionable por ser más subjetivo, tiene que ver con la relevancia de la música negra en el devenir de la música pop contemporánea. Que a mi modo de ver es enorme: la gran mayoría de los principales estilos contemporáneos surgidos en los últimos 70 años hunden sus raíces en la riquísima tradición negra, plena de sentimiento, melodía, ritmo y cualidades vocales. No sólo eso, sino que los más grandes artistas de cada género han sido en su mayor parte músicos de color: el blues (B.B. King), el rock (Jimi Hendrix), el pop (Michael Jackson), el soul (Stevie Wonder), el reggae (Bob Marley), etc. Con lo cual me apena profundamente que todo lo que haya podido ofrecer la raza negra en estas últimas cuatro décadas haya sido esa sucesión innumerable de medios tiempos átonos, carentes de virtuosismo y monótonos líricamente que es el hip-hop.