domingo, 31 de marzo de 2013

El panorama musical español en 2012

Como ya hice el año pasado, he decidido dedicar una entrada al panorama musical español durante el pasado año 2012. Un panorama que, para los que recuerden o hayan consultado recientemente dicha entrada, era francamente desalentador a comienzos del pasado año. Y que doce meses más tarde sigue siendo decepcionante, aunque la cosecha de 2012 gane a los puntos a la del 2011.

En el ámbito meramente comercial la situación sigue en estado comatoso: aunque la música de artistas españoles sigue siendo mayoría (31 álbumes de los 50 más vendidos), entre esos 31 discos no hay ni uno solo perteneciente a un artista que haya debutado en 2012. Parece que con las ventas en mínimos históricos, las compañías de discos se han vuelto aún más conservadoras. Hasta el extremo que abundan nombres más propios de hace 40 años: Julio Iglesias, Juan Manuel Serrat, José Luis Perales, María Dolores Pradera, El Dúo Dinámico... Sí, sí, consulten la lista de 2012 y verán que todos esos nombres figuran.

Pero es que incluso entre los artistas "jóvenes" no hay hueco para la esperanza: fórmulas repetidas hasta la saciedad (Melendi, Estopa, Sergio Dalma, El Barrio, Alejandro Sanz), artistas que al intentar renovarse han visto como buena parte del público les daba la espalda (Amaral, La Oreja de Van Gogh, Café Quijano). Y con un triunfador absoluto descorazonador: Pablo Alborán es una propuesta tan casposa y sensiblera que cuesta entender su éxito más allá de las adolescentes del extrarradio de nuestras ciudades. Sólo India Martínez y su intento de su insuflar aires nuevos al flamenco es digna de mención.

Así que por fuerza debemos fijarnos en la música alternativa. Love Of Lesbian han sido los únicos que se han colado entre los 50 álbumes más vendidos, lo cual para mí al menos resulta sorprendente, dada su escasa calidad. También en este ámbito han predominado los nombres consagrados en horas bajas (Sr. Chinarro, J y su Grupo De Expertos Solynieve, Hydrogenesse...), pero al menos un par de artistas han creado sendas canciones dignas de perdurar: La Habitación Roja y La Bien Querida.

Los valencianos La Habitación Roja llevan más de una década puliendo su estilo y su calidad interpretativa. Y con "Ayer" han logrado por primera vez un tema de pop con desazón pero sin taras: la voz de Jorge Martí por fin logra el aprobado (raspado), la letra casi logra usar correctamente todos los tiempos verbales y en los intervalos instrumentales las guitarras eléctricas y el teclado suenan razonablemente personales. Un tema con madera de clásico.

Y La Bien Querida han compuesto la canción nacional del año con "A veces ni eso". Es cierto que la letra es casi inexistente, que la grabación tiene una calidad deficiente y que toda la canción es una recreación descarada de los New Order de los 80. Pero la progresión armónica y la melodía no desentonan ante "Temptation" o "Bizarre love triangle" y eso es decir mucho, y el giro estilístico de la propuesta de Ana Fernández-Villaverde es loable. Así que esperemos que el ejemplo cunda y si en España no estamos en condiciones de innovar, que al menos recreemos con gusto a los grandes clásicos del último medio siglo. Que falta nos hace.

lunes, 18 de marzo de 2013

The XX: Coexist (2012)

El retorno de los británicos The XX ha conseguido aunar las opiniones de crítica y público, tanto a nivel nacional como internacional. A nivel nacional, los lectores de medios tan diferentes como "El país" o "Rockdelux" los han aupado a lo más alto de las listas como el mejor álbum del año, pero es que además "Coexist" alcanzó el número 5 de la lista de ventas española. Y a nivel internacional, Metacritic le otorgaba un 79 sobre 100, sólo por detrás de los 82 del "Words and music" de Saint Etienne (me refiero a los álbumes publicados el año pasado que he reseñado en este mismo blog), mientras que a nivel comercial el disco llegó al número 1 en el Reino Unido, Bélgica, Nueva Zelanda... incluso al número 5 en EEUU. Es decir, estamos ante los nuevos héroes de la música internacional. Razones más que suficientes para justificar una reseña.

Reseña que no pretende polemizar sobre su repercusión, pero sí dejar claro que para mí al menos tan unánime reconocimiento no está justificado. Intentaré explicarme: el álbum se abre con "Angels", una emocionante canción que ocupó el segundo puesto en mi lista de canciones del año. En ella, Romy Madley Croft nos subyuga con su guitarra etérea y su melancólica voz (que tanto recuerda a la de Tracey Horn, la vocalista de Everything But The Girl) prácticamente como únicas armas. Pero en mi opinión una instrumentación tan escueta sólo es justificable en una balada. Así que cuando comienza el segundo corte y también segundo sencillo ("Chained") la sensación es de cierta inquietud: tras un comienzo correcto, la voz en exceso tristona de Oliver Sim intercambia fraseos con la de Romy, y el tema de la sensación de estar a punto de explotar y convertirse en un clásico, pero al final se limita a una sucesión simplona de "ooh ooh oohs".

El tercer corte, "Fiction" sugiere que aún podemos estar ante un gran álbum, pues Jamie XX (tercer miembro y productor) deja entrever sus coqueteos con la música de baile y el tema adquiere cierto ritmo, muy de agradecer como colchón para una preciosa melodía (aunque la instrumentación siga en el límite de lo espartano). Pero desgraciadamente los grandes temas acaban ahí. Sí, sé que suena duro, pero los 8 cortes restantes son, si se me permite el símil probabilístico, variaciones con repetición de los tres temas anteriores. Se trata de un abuso descarado de la fórmula: fraseos alternos de Oliver y Romy, alguna que otra guitarra éterea, percusiones minimalistas, algún efecto sonoro perdido, intentos no siempre logrados de crear una atmósfera de tensión y unas progresiones armónicas y melodías menos inspiradas. Y claro, como se trata de una fórmula tan limitada, que no da pie a sorpresas, ni a intervalos instrumentales realmente jugosos, ni siquiera a composiciones particularmente ricas, el álbum apenas dura 37 minutos.

Parece que The XX han entendido que la mejor manera de reafirmar su personalidad es constreñir su música a un espacio tan claustrofóbico que lo más probable es que muchos melómanos desistan de llegar al final del álbum. Y que la crítica está empeñada en obviar que lo que proponen es en gran medida lo mismo que ya hacían hace más de 15 años Everything But The Girl, también con un sonido espartano (¡pero no tanto!) y con una voz de más calidad (sospecho que incluso lo de titular a uno de los cortes "Missing" es un guiño intencionado de The XX a EBTG). Vivimos en una época en la que, dada la cantidad de propuestas, parece que el objetivo de muchos creadores es diferenciarse a toda costa, aunque ello implique repetirse. Para mí lo ideal es lo que logran Alt-J, que suenan mucho más originales que The XX y además no necesitan recurrir a una fórmula. Porque a mí me enseñaron que freír 11 once huevos con el mismo aceite podía ser válido para propuestas comerciales como Modern Talking o los Stock, Aitken & Waterman, pero que para ser un grupo de referencia y con ánimo de perdurar hacían falta otros argumentos.

En suma, dos formidables canciones, otra correcta, las tres colocadas estratégicamente al principio del álbum, y después ocho de relleno (quizá siete, siendo benévolo y salvando "Sunset" y su bajo con toques jazzy). Demasiado poco para tantos parabienes.

Una última pregunta a modo de despedida: ¿volverán a transitar por el mismo y trillado camino The XX en su siguiente álbum? Yo pienso que lo harán, pero que para que no sea demasiado evidente dejarán pasar unos años. Ojalá me equivoque.

viernes, 1 de marzo de 2013

Alt-J: An Awesome Wave (2012)

Existe un consenso inusualmente amplio en la crítica internacional a la hora de designar a Alt-J como la propuesta más interesante que ha debutado en formato álbum el año pasado en las Islas Británicas. Y es que la combinación de letras que permite en cierto sistema operativo muy conocido formar la letra griega delta (que es lo que Alt-J significa) ha logrado aunar opiniones de procedencias muy diversas. Tanto, que hace apenas unos meses fueron reconocidos con el más que interesante premio Mercury de la industria alternativa británica. La pregunta es obligada: ¿realmente merece tantos parabienes este cuarteto de universitarios?

La respuesta será afirmativa si nos atenemos a la originalidad de su música; ésa es sin duda su mayor virtud. Y es que a pesar de muchas escuchas y no menos consultas en diversas fuentes, no he encontrado una forma adecuada de definir su música. Podríamos decir que es un pop sofisticado con reminiscencias vocales caribeñas, ambientación trip-hop y un sutil toque electrónico. Lo curioso es que a pesar de lo complicado del concepto consiguen un doble propósito nada desdeñable: sonar a ellos mismos en todo momento, y no adherirse en exceso a una fórmula que los asfixie (un mal por otra parte muy habitual estos últimos años). Y además con un sorprendente talento a la hora de tocar todos sus instrumentos y una gran calidad en sus armonías vocales. Ahora bien, no es oro todo lo que reluce.

Y es que uno de los principales motivos de originalidad (la voz entre caribeña y negra de Joe Newman) acaba fatigando al oyente con su tendencia a la vocalización escasa, sus a menudo forzados cambios de tonalidad y la por desgracia frecuente costumbre de mezclarla excesivamente baja en relación con el resto de los instrumentos. Por no citar que de los trece temas (más uno oculto) que conforman el álbum, en realidad sólo hay diez canciones como tal, siendo los otros tres interludios que no ocultan su condición de fallidos intentos a la hora de componer una verdadera canción.

Curiosamente la "Intro" con la que se abre el álbum sí que es una canción a todos los efectos: un estupendo tema introspectivo (mención especial para la manera que cruzan las dos guitarras) que parece instrumental pero acaba teniendo una sencilla parte vocal. El siguiente tema digno de mención es "Tessellate", un envolvente tema lento con un sensacional bajo. Aunque le supera "Breezeblocks", uno de mis tres temas favoritos, que juega con un cambio de ritmo en el estribillo, estridencias bien repartidas, una instrumentación sorprendente y un más que notable juego de voces.

Quizá el tema más fácilmente recordable del álbum sea "Something good", gracias a su ritmo sincopado bailable en las estrofas, su arpegio de piano y un estribillo sorprendentemente disfrutable. Después de la no del todo redonda "Dissolve me" y la un tanto aburrida "Matilda", nos encontramos con "Ms", un inclasificable tema con unos bonitos arpegios de guitarra, unas peculiares voces a coro y unos efectos originales.

Mi segundo tema favorito es "Fitzpleasure", que a pesar de su desconcertante dúo de voces inicial desemboca en un tema obsesivo en las estrofas, que va evolucionando todo el tiempo en muchas partes no siempre repetidas y con unos interludios instrumentales realmente fantásticos (la manera en que se combinan las dos guitarras es impresionante para un grupo que acaba de debutar). Y después del tercer amago de canción surge mi tercer tema favorito: "Bloodflood", la mejor demostración de que se pueden seguir componiendo baladas plenas de emoción en el siglo XXI sin caer en lo sensiblero, con una bonita letra, una sorprendente batería y un excelente piano. Llegando así hasta los dos temas que cierran el disco, el oficial ("Taro", otro momento destacado con su toque africano a lo Massive Attack y su excelente instrumentación) y el oculto "Hand-me", a un nivel claramente inferior.

Quizá el título de álbum del año le quede un pelín grande, pero lo que es innegable es que posee argumentos suficientes para convencer a los melómanos más exigentes. Ahora bien, dado el escaso tirón comercial que están teniendo (pueds no hay un sencillo claro que tire del disco) y que su música no entra fácilmente en los círculos comerciales, habrá que ver por dónde deciden evolucionar. Porque me temo que el riesgo de que se desintegren por falta de éxito comercial está presente. Y sería una pena.