viernes, 8 de agosto de 2014

La Roux: Trouble in paradise (2014)

El caso de La Roux ha sido un ejemplo extremo de una situación bastante común estas últimas temporadas: artistas que se ganan a la crítica y al público con sus álbumes de debut y que luego dejan transcurrir un tiempo enorme hasta que por fin entregan el siempre difícil segundo álbum. Se trata de un ejemplo extremo porque ninguno de los artistas englobados en esta categoría y reseñados hasta ahora en este humilde blog (Delphic, Little Boots, Polly Scattergood) alcanzaron la popularidad de LaRoux. Pero también porque ninguno ha tardado la friolera de cinco largo años en darle continuidad. Tiempo que sin embargo se traduce en tan sólo 9 canciones y apenas 42 minutos, lo mínimo imprescindible para considerarlo una segunda entrega "seria". Eso es lo que dura este "Trouble in paradise", cuyo título parece escogido a propósito para reflejar la situación por la que ha atravesado la banda en este lustro.

Y es que LaRoux ya no es un dúo, sino el proyecto en solitario de Elly Jackson. Ben Langmaid, el enigmático segundo miembro, co-compositor y co-productor de su excelente álbum de debut pero que se negaba a participar en conciertos y giras, abandonó el grupo en 2012 después de un par de años de fallidos intentos por componer las canciones que conformarían este segundo disco, y aduciendo diferencias musicales con Jackson. A pesar de lo cual cinco de los nueve temas de "Trouble in paradise" pertenecen a esas incompletas sesiones creativas del dúo original. Ante esta situación y la falta de material suficiente el álbum ha ido sufriendo varias cancelaciones en su fecha de publicación, hasta que a principios de 2014 Jackson confirmó que había escrito suficientes temas para completarlo, y el ingeniero Ian Sherwin, que ya trabajó en su primer álbum, se estaba encargando de colaborar en la composición y co-producirlo.

El inconveniente de tantos "problemas en el paraíso" es que la personalidad de la banda se ha visto sensiblemente afectada. Sobre todo en su sonido, que ya no es tan homogéneo y reconocible como antes, con ese predominio absoluto de esos sintetizadores computerizados, casi de videojuegos, que tan bien arropaban las brillantes progresiones armónicas de sus primeros temas, a los que se contraponía la estridente voz de Jackson. Ahora el sonido es más ecléctico, más cálido, con más instrumentos convencionales (aunque sin dejar de lado la electrónica), y con una Jackson más impersonal en sus interpretaciones (da la impresión de que los problemas vocales que arrastró durante la apoteósica gira en 2010 de la banda le han llevado a disminuir conscientemente el timbre, aun manteniendo el rango vocal). Si a eso le añadimos que Sherwin no ha estado muy afortunado en la ingeniería (los instrumentos no suenan del todo nítidos, ni a menudo llenan convincentemente todo el espectro auditivo), parecería que este fuera su álbum de 2009, y "La Roux" el álbum grabado este 2014.

Todo ello explica que estemos ante un disco que queda lejos de las excelencias de su debut y que probablemente va a suponer para la banda un bajón comercial y artístico del que no sabemos si se repondrá. Hay que reconocerle no obstante a Elly su empeño en mantener el proyecto, pues en los nueve temas ella hace prácticamente todo (letras, voces, sintetizadores, guitarras, baterías programadas, percusión, hasta piano). Y también que es un disco de pop digno, con un nivel medio razonable y algún momento heredero de sus mejores tiempos. Aunque el supuesto tema estrella, "Uptight downtown" con el que se abre el álbum y uno de los firmados también por Langmaid, no es en mi opinión uno de ellos: intenta recuperar la contundencia y la inmediatez de "In for the kill" con instrumentos reales, pero no deja de ser un ritmo simplón, una progresión armónica sin inspiración, y un estribillo insulso que entra sin previo aviso. ¿Para esto cinco años, se preguntarán algunos?

Afortunadamente en el álbum hay momentos de mayor calidad. El primero de ellos es "Kiss and not tell", también co-escrito por Langmaid y que sí es un digno heredero de ese pop luminoso, juguetón e inmediato con el que deslumbraron en su debut, como lo pone de manifiesto el alegre teclado que comienza y lidera sus tramos instrumentales (si bien Jackson insiste en emplear instrumentos más orgánicos como la guitarra y el Hammond). "Cruel Sexuality" es un tema con una melodía bonita pero deslucida por una mala digestión de bajo real que no sigue los acordes en las estrofas y que es reemplazado por un sintético bajo trotón en las demás partes (el resultado casi parece una demo). "Paradise Is You", cuarto corte y tercero co-escrito por Langmaid, es un tema lento agradable pero que se aleja de las baladas que hasta ahora conocíamos de la banda, más convencional en la instrumentación, expansivo en su desarrollo y en el que Elly juega la baza de la superposición de interpretaciones vocales para crear pasajes envolventes.

"Sexotheque", cuarto corte co-escrito por Jackson y Langmaid, es otro de los grandes momentos del álbum: nuevamente pop luminoso, pero realzado por la mejor letra del disco (un tira y afloja entre una pareja en la que ella quiere asentarse y él seguir frecuentando los locales de sexo), y un estribillo contagioso, optimista, basado en una preciosa progresión armónica, de los que perdura: tan cómoda se siente Jackson cantándolo que hasta juega con las notas del mismo en el tramo final. "Tropical Chancer" es otra de esas canciones que da la impresión de haber sido publicada sin haberse terminado de trabajar (la percusión electrónica es realmente sencilla, el cambio de caja cada 16 compases una obviedad). Aunque resulta interesante por ese intento de hacer convivir instrumentos electrónicos con ambientaciones tropicales y un estribillo resultón. "Silent partner" recuerda por su bajo sintetizado y por el despecho por el que canta Jackson las estrofas a "Bulletproof", pero el estribillo queda muy lejos de su tema más emblemático, y los dos minutos finales de puro y sospechoso relleno nos retrotraen al tramo final de muchos maxi-singles de los años 80, esa década tan reivindicada por la banda.

Llegamos así al octavo corte, último firmado a medias por el antiguo dúo, y utilizado como sencillo de presentación del disco hace un par de meses: "Let me down gently". Para mí es el verdadero temazo del disco, y no sólo porque su sonido sea (ahora sí) "100% La Roux", sino porque es una composición inspirada (progresión armónica y melodía principal), muy bien interpretada (ahora también) por Jackson, y sobre todo inteligentísimamente producida, pues va creciendo de simple balada a medio tiempo, y de ahí a tema bailable a la vez que gana en intensidad y mantiene el dramatismo, y en cuyo tramo final un precioso saxofón pone la guinda. Tras lo cual "The feeling" solamente cumple como tema de cierre: una vez más la percusión simplona y la armonización de instrumentos un tanto cuestionable afectan al resultado, aunque la interpretación en falsete de Jackson y un estribillo decente salvan el conjunto.

Resumiendo, 6 temas entre lo ligeramente anodino y lo ligeramente por encima de la media y 3 dignos de mención especial (todos ellos firmados por el dúo original). Lo cual hace pensar qué será de LaRoux en el futuro si ninguno de los temas sin Langmaid entran en la segunda categoría. De todas formas supongo que esa pregunta tardará en tener respuesta, pues ahora bastante tiene Jackson con defender el álbum y de esa forma la viabilidad de su proyecto. Que ya no es tan fascinante, aunque sí aún suficientemente recomendable en medio del encefalograma plano de la música comercial de 2014.