domingo, 23 de noviembre de 2014

Claire: The Great Escape (Bonus Track Version) (2014)

Antes que nada, y para aquellos lectores amantes de los detalles, debo señalar que aunque la versión "Bonus Track" de "The great escape" se publicó en junio del presente año, la primera versión del álbum que voy a reseñar hoy vio la luz en septiembre de 2013. En aquel momento no fui consciente de su publicación, y buceando en internet tampoco he sido capaz de encontrar el tracklist original, por lo que para mí lo que tiene sentido es reseñar la edición de 2014, con los 14 temas que lo conforman. Así que vamos allá.

Clarie es una de las bandas más interesantes que ha surgido en Alemania en los últimos años. Son originarios de Munich, y lo formaron un trío de jóvenes músicos y compositores que encontraron la vocalista perfecta en Josie-Claire Buerkle (participante en la edición alemana de "La voz"). Con un estilo que podríamos calificar de pop electrónico intemporal, enriquecido con toques de synth-pop, guiños indie y alguna reminiscencia hip-hop, son directos herederos de la tradición germánica de pop sintetizado y frío que marcaron artistas de los ochenta aún hoy recordados como Alphaville, Peter Schilling y especialmente Propaganda. Teniendo como principales elementos diferenciadores la versátil y cautivadora voz de Buerkle y el gusto por unos bajos sintéticos y sincopados situados siempre en primer plano, similares a los que encumbró el electro-clash hace algo más de una década. Pero sin hacer apenas guiños a las últimas tendencias en producción (ni auto-tunes, ni crescendos, ni bombos ultra-contundentes en cada beat, ni enriquecimiento a posteriori de todo el espectro de frecuencias...). De hecho, el álbum podría estar grabado perfectamente hace unos años, pues busca un sonido apto para todos los amantes del pop electrónico. Y algunos detalles como los overdubs de cajas de batería para recalcar la estructuración de algunas canciones, o el uso indisimulado de guitarras eléctricas en arpegios muy trabajados nos retrotraen claramente treinta años en el tiempo.

¿Y el contenido? Pues tratándose de un disco con tantas composiciones (los 14 temas son completos, no hay intros ni interludios), podríamos definirlo como irregular aunque brillante en suficientes ocasiones. Como en el tema que abre y el disco y uno de los tres sencillos que han publicado: "Broken promise land" es un tema que posiblemente les suene de algún anuncio televisivo, les muestra con esa frialdad tan germánica reforzada por una letra orientada en la misma dirección. Construido a partir de un bajo poderoso tan característico que recorre una inspirada progresión armónica, la voz de Buerkle sonando todo lo etérea de que es capaz, y una tamizada guitarra eléctrica reproducida al revés, es un tema cautivador y envolvente, al que sólo se le pueden cuestionar las voces masculinas sintetizadas con las que adornan su tramo final. "Games", segundo corte y otro de los tres sencllos, es un tema muy diferente, el mas bailable y cálido de todo el disco, como lo refleja ese ibicenco teclado que marca los acordes desde el inicio. Aunque parezca increíble, no es Florence Welch sino Buerkle la que canta, y de nuevo las voces masculinas que irrumpen a mitad del tema son lo más cuestionable de una bonita composición, bien realzada por el synclavier en los intervalos instrumentales tras los estribillos.

Los temas tercero al octavo, o lo que es lo mismo el grueso del álbum, son su tramo menos inspirado. Que empieza con la también fría y tremendamente representativa del estilo de la banda "Pioneers", que se queda cerca de ser recomendable sobre todo gracias a su sombría progresión armónica, sostenida por un bajo marca de la casa. Hay algún otro momento de nivel parecido ("Neon love", puro Propaganda, "You walk in beauty", con unas bonitas guitarras), pero también hay composiciones insulsas ("My audacity"), flojas ("Overdrive") e incluso aburridas ("Hallowed ground", demasiado lenta y con unas partes declamadas poco favorecedoras). Es un tramo muy largo para no tener ningún tema que realmente cautive, por lo cual cuando por fin llega "A million drums", el tema más genuinamente pop del disco, parece aún mejor de lo que es: otro bajo inconfundible, una progresión armónica luminosa en las estrofas adornada por un extraño arpegio de piano, una melodía muy sencilla repetida en todas las frases del estribillo y, realzándolo todo, una superposición de baterías y timbales que adoptan el ritmo de una marcha militar absolutamente irresistible.

El subidón dura poco, puesto que el tema que da título al álbum ("The great escape") es paradójicamente otro de los momentos más flojos del mismo, recurriendo inmediatamente a un poco armónico estribillo para sustentarlo. Afortunadamente "In two minds" remonta rápidamente el vuelo: una de las mejores baladas del año, que penetra hasta herirte poco a poco, con reminiscencias de Massive Attack en la producción y los silencios bien entendidos de Alt-J, y una fenomenal letra que Buerkle borda (doblándose las voces en momentos estratégicos). "Roll down run south" baja un poco el listón pero es otro momento álgido del disco, desde su comienzo con un teclado vocal más propio de los ochenta, hasta sus excelentes arreglos para dar entrada a un estribillo gélido pero demoledor. A "Resurrection" le falla que en realidad es un sólo un acertado estribillo (realzado con un piano house de toda la vida) alargado con efectos propios de la electrónica menos imaginativa. Y "The next ones to come", el tema que cierra el disco, aun siendo recomendable es el más flojo de los tres sencillos, ya que a pesar de unas meritorias estrofas y una instrumentación potente, está lastrado por una melodía en el estribillo demasiado simplona y unas partes declamadas que nada aportan, ambas influenciadas por el hip-hop más plano.

En resumidas cuentas, "The great escape" contiene suficientes momentos álgidos para no resultar decepcionante y muestra a Clarie como una banda solvente desde el punto de vista creativo. Les falta seleccionar un poco más el grano de la paja, y cuestionarse si quieren seguir sonando intemporales o adoptar un barniz más contemporáneo para así abarcar a un público más masivo. Veremos cómo evolucionan, si es que la involucración de Buerkle resiste su difusión claramente minoritaria.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Erasure: The violet flame (2014)

Cuando hace unos meses se supo que para su decimosexto álbum de estudio Vince Clarke y Andy Bell estaban trabajando con Richard-X, me ilusioné con que pudieran volver por fin a entregar un gran disco. Y es que siempre he sido un fan del dúo inglés, pero no me cuesta reconocer que desde su quinto álbum de estudio ("Chrous", 1991), no han sido capaces de publicar otra entrega del mismo nivel. El productor y compositor Richard-X, que lleva más de una década usando la electrónica para crear un pop personal, de texturas envolventes muy elaboradas, parecía una muy buena elección para sacar a Erasure de su rutina creativa, en la que cada disco es poco más que una excusa para una nueva gira en la cual revisar sus clásicos, con canciones en su mayoría justitas de inspiración y escasas de elaboración. Y más aún cuando se supo que Richard-X no sólo estaba produciendo "The violet flames", sino que estaba participando activamente en la composición de todos sus temas.

Desgraciademente el resultado no ha respondido a mis expectativas. De manera muy similar a la colaboración de Stuart Price con Pet Shop Boys en "Electric" (2013), que también se quedó a medio camino de lo que prometía, da la impresión de que durante las sesiones de "The violet flame" Richard-X no ha sido un miembro de pleno derecho a la hora de tomar decisiones, se ha plegado a los criterios del dúo, e incluso ha estado virtualmente ausente en algunos temas que suenan casi como de costumbre. No significa esto que se trate de un mal disco, pues resulta claramente más interesante que "Snow Globe", su álbum navideño de temas tradicionales y composiciones originales publicado el año pasado que ni siquiera me animé a reseñar en este blog (a pesar de contener algún tema interesante como "Make it wonderful"). Pero sí se trata de un disco escueto (10 temas solamente), muy lineal, con prácticamente la misma estructura en todos los temas, predominio absoluto de la parte vocal, ritmos binarios sencillos, y apenas espacio para la experimentación.

"Death of night", el tema que abre el disco, refleja perfectamente ese pop correcto, centrado en la parte vocal, bailable y sin pretensiones, pero la falta de un verdadero estribillo lastra el resultado. "Elevation", segundo corte y primer sencillo, sí refleja desde tímidamente esa superposición de capas sonoras tan característica de Richard-X, sobre todo en un comienzo más trabajado de lo habitual y en un estribillo que pretende trasladarnos esa sensación de elevación ("your love gets higher..."). Aunque no llega a la altura de sus clásicos, pues le falta un punto de inspiración. "Reason", tercer corte e inminente segundo sencillo, es en mi opinión el tema estrella del disco: más sencillo instrumentalmente hablando que el anterior, remata unas estrofas correctas con un bonito estribillo, que a partir de la segunda repetición desemboca en otro aún más cautivante segundo estribillo ("give a little love, I'm all out of it..."), que Clarke realza con unas sencillas notas de teclado que lo complementan sin calcarlo. Tras él, "Promises" es el segundo mejor tema del disco, construido sobre unas estrofas en las que Bell suena convincente dejando al descubierto sus heridas, en las que Clarke nos entrega la parte nueva más inspirada instrumentalmente hablando y en la que todo el conjunto queda rematado por un correcto estribillo.

Aquí finaliza el tramo más interesante del disco. Después del insulso "Be the one", el único tema lento del disco (¡qué lejos quedan los tiempos en los que las baladas eran uno de los puntos fuertes del dúo!), "Sacred", el tema favorito de Bell según sus propias palabras, recuerda poderosamente al pop colorista de "I say I say I say" (1994), en particular a "Miracle", pero con una melodía menos inspirada. El séptimo corte, "Under the wave", recuerda a su vez al electro-pop espartano y vitalista de su álbum de debut ("Wonderland", 1985), y es en mi opinión el tercer momento relevante del disco, con ese segundo estribillo a base de "Oh, ohs" que nos retrotrae tres décadas en el tiempo al inicio de su periodo glorioso. De ahí hasta el final, mas corrección que inspiración: "Smoke and mirrors" recupera esa vena épica que iniciaron en "Wild" con Crown of thorns", siendo el juego de voces de Bell lo más interesante. "Paradise" podría ser un descarte de "Tomorrow's world" (2011) por su ritmo machacón y sus tintes disco, pero un estribillo decente no es suficiente para recomendarlo. Y "Stayed a little late tonight" no es, a pesar de lo que su título parece anticipar, la típica balada para cerrar el álbum a la que ya han recurrido en muchas ocasiones, sino otro tema rápido instrumentado con lo justo, y del que sólo en el tramo final Richard-X da señales de vida, ya que para variar se cierra con cuarenta segundos instrumentales más que aceptables.

Es cierto que cumplir 30 años de carrera ininterrumpida ya es un logro, y que alcanzarlos con la publicación del decimosexto álbum de canciones originales poco menos que una hazaña. Además, "The violet flame" es superior al menos a los cuatro últimos discos de estudio de la banda ("Union Street", "Light at the End of the World", "Tomorrow's World" y "Snow Globe"), y contiene tres momentos que harán las delicias de sus incondicionales. Así que desde ese punto de vista el disco es un éxito. Lo que sucede es que si les hubiera pillado en un mejor momento de forma, este tándem con Richard-X debería haber propiciado uno de los mejores álbumes del año. Y a tanto no ha llegado.