sábado, 29 de marzo de 2014

El panorama musical español en 2013

Como ya viene siendo habitual, he decidido dedicar una entrada al panorama musical español durante el pasado año 2013. Un panorama que en mi opinión es aún más descorazonador que en los dos años anteriores. Veamos las razones.

En el ámbito meramente comercial la situación sigue en estado comatoso: aunque la música de artistas españoles haya dejado de ser mayoría (22 álbumes de los 50 más vendidos), si añadimos las ventas de artistas hispanoamericanos o que cantan en español ganan por amplia mayoría a los artistas anglosajones (que, nos guste o no, siempre aportarán un número mayor de propuestas interesantes). Con unas ventas cada vez más reducidas, las compañías de discos se han vuelto aún más conservadoras y los compradores más limitados en sus gustos.

Descorazonador es que el álbum más vendido haya sido uno que se publicó en 2012 ("Tanto", de Pablo Alborán), pues lanza un claro mensaje de que en 2013 no se ha publicado ningún álbum capaz de desbancarlo. Descorazonador es que haya tres álbumes de música infantil entre los 10 más vendidos del año (los de la serie infantil "Violetta"), pues lanza un claro mensaje de que uno de los pocos ámbitos en los que el potencial comprador está dispuesto a gastarse unos euros es en la música infantil de usar y tirar. Descorazonador es que el primer álbum de un artista anglosajón sea el del grupo adolescente One Direction, pues lanza un claro mensaje de que respecto a lo que viene "de fuera" a lo que más interés prestamos es a las propuestas prefabricadas con fecha de caducidad. Y descorazonador es que hay que irse al puesto 29 para encontrar el primer álbum correspondiente a una artista que haya debutado en el panorama musical (Lana del Rey, cuyo álbum fue además editado en 2012...).

En la música alternativa la cosa no ha ido mucho mejor. Manel han sido los que, cantando en catalán, se han colocado más altos en la lista de álbumes más vendidos en España durante 2013 (en el puesto 23, concretamente). Un hecho sorprendente, pero que al menos introduce una nota novedosa en un panorama anquilosado, aunque personalmente no les veo el talento por ninguna parte. Tampoco han abundado en exceso las nuevas entregas de artistas consagrados en este mundillo (Mala Rodríguez, Delorean, Kiko Veneno...), siendo lo más destacable el retorno de Fangoria, que con "Cuatrocomía" han confirmado que aunque su fórmula esté un tanto agotada aún son capaces de entregar sencillos meritorios como "Dramas y comedias". Ni siquiera ha sido un año pródigo en nuevos artistas, siendo quizá lo más llamativo y original el debut de León Benavente, con su krautrock a veces cantado a veces recitado (dejo aquí el enlace de su mejor ejemplo, "Ser brigada").

Con lo que este año para mí los triunfadores absolutos han sido La Sonrisa de Julia. Demasiado alternativos para obtener un éxito comercial masivo, demasiado mainstream para que el mundillo independiente los considere parte de sí, sufren el problema de quedarse encasillados a medio camino. Pero su álbum "El viaje del sonámbulo" contenía varios temas interesantes y sobre todo el sencillo del año: "Muévelo" demuestra que es un grupo con sólidas bases musicales, y que son capaces de entregar un tema que es a partes iguales psicodelia, rock y dance. Pura energía, una instrumentación lograda (aunque se nota que el sonido es aún demasiado "Made in Spain"), razonablemente bien cantada para lo que se estila por estos lares, con una letra trabajada, un decente solo de guitarra al final e incluso con un vídeo original y contagioso. Sólo la indiferencia de los medios les ha impedido arrasar, pues es un tema apto para todos los públicos. Esperemos que esta entrada contribuya a hacer justicia a la canción nacional del año.

domingo, 16 de marzo de 2014

Andrew Roachford: The beautiful moment (2013)

Hace algo menos de medio año que vio la luz el quinto álbum en solitario de Andrew Roachford. El líder de la banda de rock-soul-pop Roachford ha intentado durante los últimos 10 años encontrar el estilo que le permitiera mantener una carrera en solitario de cierta relevancia. Afortunadamente, tras sus devaneos con el rythmn & blues más edulcorado, en sus últimos tres álbumes ha intentado mostrarnos con naturalidad su madurez como persona y como compositor. Estamos acostumbrados a que madurez se confunda con aburguesamiento y falta de nervio creativo, pero la delicada situación de su carrera musical (con dos álbumes poco menos que auto-editados) le ha servido a Andrew de acicate para intentar dar lo mejor de sí mismo en este "The beautiful moment".

El resultado tiene varios destellos de sus mejores momentos, allá por finales de los ochenta y primeros noventa. Sustentado en una excelente voz llena de matices, y con una temática centrada casi en exclusiva en el amor visto por una persona de casi 50 años, el disco tiene una producción menos espartana de lo que cabría esperar en un artista tan al margen de las modas comerciales. Constituido principalmente por medios tiempos, Andrew usa alternativamente el piano y la guitarra acústica para componer y sustentar la mayoría de los temas, pero recurre a guitarras eléctricas, a coros femeninos, a baterías contundentes y puntualmente a una sección de cuerda para enriquecerlos, logrando así una mayor diferenciación entre las once canciones que conforman el disco.

A pesar de lo cual se trata de un álbum bastante homogéneo, con escaso margen para la experimentación, nula innovación y que lo fía a todo al talento creativo e interpretativo de su autor. Así que cuando transita por los terrenos que mejor domina, el soul de barniz pop, resultado es agradable y puntualmente emocionante; cuando no, resulta un tanto irrelevante aunque en todo momento armonioso. Por ejemplo, el sencillo de presentación y segundo corte del álbum, ("Something beautiful") se enmarca perfectamente en esta segunda categoría: correcto, agradable, bien producido e interpretado pero un poco "blandito". En cambio el segundo sencillo y tema que abre el disco,("Real again"), aunque con estilo y temática similares, se acerca más a la primera categoría, gracias a detalles como unos sintetizadores más frescos, una percusión más original y sobre todo una atmósfera con más nervio y expresividad.

Por lo cual prefiero dejar de lado los momentos correctos pero más prescindibles, menos elaborados e incluso cursis ("Overcome", "Because you", "Slow water", "All roads lead black") y reseñar aquellos más entonados. A saber: "Without you", el quinto corte, con una progresión armónica principal sostenida por una guitarra acústica que recuerda a la del mítico "Wanderwall" de Oasis, y que desemboca en un enérgico colchón de guitarras eléctricas en el estribillo, dando lugar a los pasajes más rockeros del álbum; "Love wins" y sus estrofas desgarradoras (lástima que el estribillo baje un poco el listón); "Wouldn't change a thing", toda una mirada atrás sobre lo vivido que resulta convincente gracias a su lograda progresión armónica y al estribillo formidablemente interpretado por Roachford; ; "Ebony", con su inquietante progresión armónica en las estrofas, su voz distorsionada, su contundencia a partir de la segunda estrofa; Y en especial "as she walks", perfectamente elegida como el tema que cierra el álbum, una balada coronada con una melodía sencilla y sin embargo la más emocionante del álbum, en la que Andrew da una lección magistral de cómo cantar y cómo escribir una letra que capture los sentimientos a partir de algo tan sencillo como una mujer a la que observa caminar.

Es un álbum conciso (41 minutos en total), que nos descubre a un artista que ha aprendido mucho de las relaciones sentimentales, que sabe cómo arrimar el soul al pop y al rock, y que aún cree lo suficiente en la magia de la música como para seguir regalándonos buenas canciones. No es el álbum del año, ni influirá decisivamente en ningún otro artista, ni siquiera el mejor de su carrera. Pero da rabia ver cómo un músico con tantas cualidades es ninguneado no ya por la industria, sino por la propia crítica musical, que encumbra a otros creadores mucho más mediocres y con menos talento interpretativo. Esperemos que esta reseña positiva contribuya a hacerle un poco de justicia al bueno de Andrew.