sábado, 30 de mayo de 2015

Death Cab For Cutie: "Kintsugi" (2015)

Justo cuando se confirmaba que los estadounidenses Death Cab For Cutie estaban prontos a terminar su octavo álbum de estudio, su guitarrista principal y cofundador Chris Walla anunciaba que dejaría la banda tan pronto cuando el disco estuviera completado. Este acontecimiento, aparte de un golpe en la línea de flotación en la banda, daba a entrever fuertes tensiones durante la grabación y probablemente un disco no del gusto de todos los miembros. En otras palabras, un álbum menor y quizá el punto final para una de las bandas más talentosas e inspiradas en lo que llevamos de siglo. Esa fue al menos la expectativa con la que afronté la escucha de "Kintsugi" cuando vio la luz hace unas cuantas semanas. Pero la sorpresa es que, sin ser el mejor álbum de su carrera ni contener grandes sorpresas, sí que resulta superior a sus dos entregas anteriores ("Narrow stairs" del 2008 y "Codes and keys" del 2015), y contiene varias de las mejores composiciones de la banda.

A ello contribuyen de manera decisiva dos factores: el primero, que por primera vez en su carrera han contado con un productor externo para orientar y enriquecer su sonido. Y la labor de Rich Costey no puede ser más meritoria: todos los temas están explotados al máximo, enriquecidos para la ocasión con unos ornamentos imaginativos y originales que sin embargo no le restan personalidad alguna a la banda; y el segundo, que la banda retoma una costumbre en desuso en estas últimas décadas: colocar las mejores canciones todas seguidas desde el comienzo del disco. Con lo cual el álbum vence el escepticismo inicial del melómano, y aunque se vaya desinflando gradualmente hasta el final, la valoración es ya positiva.

Tanto es así que los cuatro sencillos que, en un intervalo de tiempo muy corto, se han extraído de Kintsugi", son precisamente las cuatro primeras canciones del disco. Lo que refleja que los artistas son mucho menos ingenuos de lo que pretenden, y que cuando tienen el control sobre qué canciones resaltar de sus álbums, lo tienen muy claro. Así, el álbum se abre con "No room in frame", en el que los efectos introducidos por Costey dan lugar a una bonita estrofa que, sin embargo, no hace presiagiar el formidable estribillo, con el intimismo y la sensibilidad que a veces bordan, y que es enriquecido en cada repetición con nuevos adornos y diferentes arpegios hasta ser rematado por un precioso crescendo instrumental de guitarras. Mejor es, si cabe, el segundo corte y primer sencillo del álbum: "Black sun" es una de las candidatas claras a mejor tema de 2015, un medio tiempo desasogante con una formidable progresión armónica en todas sus partes, enriquecido con su extraña letra llena de imágenes y metáforas, lleno de imaginación a la hora de instrumentar cada uno de los estribillos de manera diferente, y un maravilloso solo de guitarra ultra-distorsionada que pone los pelos de punta. "The Ghosts of Beverly Drive" es casi tan bueno, un tema más rápido que recuerda a los momentos más rockeros y directos de "Narrow stairs" en las estrofas, pero que en seguida da lugar a un excelente intervalo instrumental de lo que más tarde será el estribillo, con ese "I don't know why" plenamente coreable. Y el póker de temazos se remata con "Little Wanderer", quizá mi favorito de los cuatro, una historia de un amor imposible por la distancia que realza la fantástica progresión armónica, la maravillosa guitarra principal, esas armonías cargadas de sensibilidad tan inalcanzables para la mayoría de compositores y con las que Ben Gibbard aún consigue fascinarnos y una producción impresionante, que hace crecer el tema con una naturalidad apabullante y siempre cambiante. Una auténtica joya.

Está claro que mantener el nivel después de estas cuatro maravillas era misión imposible, pero es que las sucesivas escuchas de las siete canciones restantes no permite añadir ningún tema adicional al elenco. Quizá en uno de sus álbumes más flojos el quinto tema, la lenta, relativamente acústica, de tonos graves e introspectiva "You've Haunted Me All My Life" hubiera sido uno de sus puntos álgidos, pero aquí solamente cubre el expediente. Y el octavo corte, "Good Help (Is So Hard to Find)" parece la actualización de su "You are a tourist", por su ritmo binario marcado y sus guitarras de reminiscencias funky, que lo convierten en uno de los temas más bailables de su carrera, impresión realzada además por su estribillo colorido. Aunque posiblemente el mérito de que resulte un tema efectivo en su cometido sea más de la producción de Costey que de la propia composición.

El resto sólo merecen frente a las anteriores el calificativo de composiciones de relleno. Por su falta de inspiración (la balada acústica "Hold No Guns"), por recorrer senderos ya muy transitados pero sin la inspiración suficiente ("Everything's a Ceiling"), por su melodía repetitiva y falta de personalidad ("El Dorado"), por su dosis de experimentación etérea a costa de la creatividad ("Ingenue"), o por comenzar con expectativas de gran balada y hacerla fracasar a base de repetir hasta el infinito las mismas notas de los dos primeros versos ("Binary sea"). Todos ellos temas correctos, que se dejan escuchar, pero difíciles de rememorar frente a los del comienzo.

Así que el último álbum con la composición habitual de la banda (y esperemos que no el último que publiquen) deja sensaciones encontradas. Porque no se acerca a "Plans" (2005), el disco más redondo de su carrera, pero sí que contiene cuatro maravillas para contentar a todos los fans que han esperado estos cuatro años. Lo que a estas alturas de su trayectoria y teniendo en cuenta la marcha de Walla tras la grabación del álbum, parece un balance más que suficiente para recomendar la escucha de este disco. O al menos de sus primeros diecisiete minutos...

domingo, 24 de mayo de 2015

Madonna: "Rebel heart" (2015)

A sus 57 años, la reina del pop sigue acudiendo con puntualidad a su cita con la creación musical. Menos de 3 años después del irregular y un tanto fallido "MDNA", en diciembre pasado nos desveló los seis primeros temas de lo que, hace un par de meses, se ha convertido en su decimotercer álbum de estudio. "Rebel heart" nos presenta a la diva con unas cuerdas vocales en buena forma, y tan esforzada por mantenerse en la brecha como siempre. Por ello sus cuatro colaboradores principales en la composición y la producción a lo largo del álbum son Diplo, Avicii, Kayne West y el compositor y productor Toby Gad. Cada uno en su estilo e idiosincrasia, pero todos ellos nombres de referencia en el panorama musical contemporáneo de estas últimas temporadas. El resultado es un álbum tremendamente largo (nada menos que 25 temas si a los 14 de la edición estándar sumamos las 11 nuevas composiciones de las distintas ediciones deluxe), mucho menos enfocado a las pistas de baile que sus tres entregas anteriores, y tan irregular como cabría esperar de unos colaboradores cuya fama es en mi opinión superior a su talento.

El álbum se abre con el primer sencillo y pretendido tema estrella del disco, ese "Living for love" que ya seleccioné en mi lista de mejores canciones de 2014, y que bajo el paraguas de Diplo nos presenta un tema bailable sobre el que se despliega una melodía clásica de la diva, sabiamente aderezada con una instrumentación de plena actualidad (un poco espartana para mi gusto) y unas briznas de gospel, que sin llegar a la categoría de clásico en su repertorio, podrá aparecer en su gira sin desmerecer de ellos. Le sigue "Devil pray", en mi opinión el mejor tema del álbum, un medio tiempo con una letra impactante y mordaz a tono con el título, y en el que Avicii baja las revoluciones y recurre a una certera guitarra acústica para resaltar la notable progresión armónica y equilibrar la parafernalia electrónica. Aunque el estribillo deficiente casi echa por tierra el resultado con sus simplones dos acordes y sus voces masculinas distorsionadas (menos mal que no se repite muchas veces). El tercer tema, "Ghosttown", es también el segundo sencillo, otro medio tiempo más luminoso y de pop "neutro", que me recuerda a "Rain", porque desempeña un rol similar en "Rebel heart" al que representaba aquél en un álbum tan escaso de momentos genuinamente pop como "Erotica". No es un temazo, pero cumple con su cometido.

"Unapologetic bitch" es probablemente la primera concesión al dub en la carrera de la Ciccione. De la mano de Diplo, esta especie de reggae del siglo XXI desentona menos de lo que cabría esperar y resulta relativamente efectivo gracias a su meritorio estribillo (vulgarismo incluido). Desgraciadamente, con "Illuminati" iniciamos la lista de momentos prescindibles del álbum: la primera aportación de Kayne West mantiene un nivel correcto en una de sus partes (podríamos llamarle el puente de la estrofa al estribillo) pero el resto de esta canción dedicada a la influyente secta norteamericana naufraga entre guiños y efectos sin una verdadera composición que la sostenga. Si cabe más prescindible aún es "Bitch I'm Madonna", con la colaboración de la irritante y carente de todo talento Nicki Minaj: un tema que podría haber firmado a solas la segunda por su estilo, sin apenas armonías ni musicalidad y sí el típico intervalo instrumental hiper-simple, paradigma de la falta de creatividad de las últimas temporadas.

Si resistimos a estos dos resbalones, nos toparemos con el mejor tramo del álbum, deudor de momentos clave en la carrera de la diva. Que se inicia con "Hold tight", un tema atmosférico, envolvente y con un punto de épica que recuerda claramente a la certera ambientación que creó William Orbit para Madonna en su álbum "Ray of light", con una melodía equiparable a la de muchos de los buenos momentos del mismo. Que continúa con "Joan of Arc", un tema claramente acústico en sus orígenes, que nos retrotrae a los estupendos momentos de pop delicado que enriquecían "American life", con una progresión armónica y un doble estribillo más que notable aunque sin la fantasía desbordante en la producción que aportó Mirwais. Y que se cierra con "Iconic", el que debería haber sido el mejor tema del disco, en la senda plenamente discotequera de "Confessions on a dancefloor" gracias a una excelente progresión armónica y a una melodía por momentos excepcional, pero que de manera absurda renuncia al ritmo binario y al bombo preeminente para rematar su subyugante crescendo en un ridículo estribillo a mitad de beats y carente de toda musicalidad (otra concesión innecesaria a las modas más absurdas) y terminar por hundirlo con intervalo rapeado sin sustancia alguna.

"HeartBreakCity" es un medio tiempo correcto co-escrito junto a Avicii, con un toque melodramático que posiblemente habría sido más apropiado al final del álbum. "Body Shop" es el tercer tema en el que merece la pena pulsar el botón de "forward", un tema pop cursi y amanerado en el que Tobi Gad naufraga espectacularmente. Mejor también saltarse "Holy water", producida por West y que amaga con ser un tema de puro trance al comienzo pero al que nuevamente la concesión a las modas lo convierten en una composición ralentizada, fría y con un estribillo cargante. "Inside Out" sube un poco el listón, a pesar de que sigue sin acelerar el tempo para salir de la monotonía rítmica que preside el disco, pero su estribillo recurre a una progresión armónica tan gastada en infinidad de temas como efectiva. Y "Wash All Over Me" le permite a Avicii cerrar el álbum con una balada construida a base de un inevitable piano, pero con un despliegue de detalles en cada tramo no siempre evidentes que la hace original: sólo le falla una melodía que no acaba de emocionar, aunque el estribillo evita que sea un tema fallido.

Entre los once temas adicionales de la edición deluxe más completa no encontraremos ninguna joya destinada a convertirse en clásico oculto de la diva. Pero sí que nos toparemos con cuatro temas que deberían haber reemplazado a los cuatro en los que he sugerido pulsar el botón de forward: "Messiah" es una nueva balada firmada por Avicii, más espartana en la instrumentación que sus compañeras de la edición original, pero con una progresión armónica introspectiva y con más gancho y sobre todo una melodía más redonda que aquellas. "Rebel heart" es curiosamente el tema que da título al disco (llama la atención, pues, que no forme parte de la edición estándar), y que juega las bazas de una letra obviamente autobiográfica en la que Madonna nos explica cómo logró encontrarse a sí misma y una guitarra acústica para crear un tema pop sosegado y limpio. "Beautiful scars" parece haberse fijado en el revival setentero de los últimos Daft Punk para entregar un tema que nos retrotrae al sonido philly de hace casi cuarenta años, con sus violines y su bajo slap, aportando una nota de color y vivacidad a un disco demasiado lento. Y especialmente "Addicted", que podría haber figurado sin desmerecer en "Confessions on a dancefloor", un sabio equilibrio entre guitarras, melodía, sintetizadores estridentes y un ritmo sencillo, menos deudor de las últimas tendencias y más efectivo que la mayoría de ellas.

Del resto, citar la letra de la si cabe más autobiográfica y auto-suficiente "Veni vidi vici", en la que la diva se muestra a sí misma como una artista plena de éxito y recurre a los títulos de muchos de sus clásicos para argumentar las razones del mismo, y acaba con la progresión armónica de su mítico "Holiday". También la broma de "Autotune baby", que es efectivamente eso, un tema construido a través de los llantos post-procesados de un bebé. "S.E.X.", su acercamiento veinte años después a la senda de "Justify my love" y "Erotica". Y "Borrowed time", el enésimo medio-tiempo de pop correcto y con confesiones autobiográficas pero carente de la suficiente chispa.

Por la reseña individual de cada uno de los temas puede dar la impresión de que "Rebel heart" es un álbum peor de lo que en realidad es. Le sobra minutaje incluso a la edición estándar, la selección de los catorce temas no es en absoluto acertada, se abusa de los medios tiempos y de los estribillos sin musicalidad y falta al menos un auténtico tema de bandera que se pueda convertir en clásico. Pero seleccionándolos convenientemente hay suficiente material para construir un álbum decente, superior a su fallido "MDNA" y relativamente disfrutable de principio a fin. Y no podemos descartar que una remezcla inspirada de "Devil pray" o "Iconic" los rescate y convierta en clásicos inesperados, pues tienen mimbres para ello. Si no, "Rebel heart" quedará como un álbum correcto sin más, y me temo que dentro de una década nadie se acordará de citar este álbum a la hora de reseñar la discografía de la Ciccione.