lunes, 18 de julio de 2016

Garbage: "Strange little birds" (2016)

Los estadounidenses Garbage han retornado a la actualidad con "Strange little birds", el sexto álbum de su carrera, que ve la luz justo después de haber celebrado el vigésimo aniversario de su debut como banda. Un álbum que ha sido saludado por buena parte de la crítica precisamente como lo más similar a ese álbum de debut que han publicado hasta la fecha, el cual por otra parte supuso una pequeña revolución en el panorama de la música rock. Es cierto que "Strange little birds" tiene un sonido tan cuidado y una producción tan brillante como aquél, algo por otra parte habitual en la banda liderada por Butch Vig. Pero en mi opinión esas críticas obvian algo a lo que ya aludí cuando reseñé hace cuatro años ya "Not your kind of people", su anterior álbum: las canciones. Y es que por mucho que se domino un oficio, todos los artistas necesitan de la inspiración creativa para respaldar sus habilidades y trucos. Y aquí encontraremos menos temas inspirados aún que en su anterior entrega, y por supuesto muchos menos que en su álbum de debut. Así que el resultado es tan sólo de aprobado raspado.

No sólo eso: al álbum lo perjudican otros dos aspectos no del todo esperables: los vaivenes estilísticos y la aversión al riesgo en las interpretaciones vocales de Shirley Mason. Entiendo que a estas alturas de la carrera la banda entre al estudio sin otro interés que satisfacer sus inquietudes creativas, pero a pesar de la cohesión que aporta la elaborada instrumentación, el álbum resulta menos homogéneo de lo esperable, con "acelerones", "frenazos" y "salidas de estilo" que le impiden enganchar con regularidad al oyente. Y ya en la cincuentena, Shirley no arriesga en absoluto y mayoritariamente se limita a susurrar las melodías principales, lo que las desluce a menudo, aparte de doblarse sin reparos la voz siempre que debe destacar un poquito sobre el conjunto. Un último detalle es que algunas composiciones son realmente largas, aunque las habilidades como productores de Vig y compañía logran que siempre esté "sucediendo algo" y no sea tan perceptible el minutaje. Por el contrario, debo saludar que las letras en general abandonan el optimismo extremo que tanto abunda estos días y muestran otros sentimientos como el desamor, la vulnerabilidad o la apatía, y que las composiciones no han retrocedido tanto a los sesenta y setenta como por ejemplo hicieron en su flojo "Beautiful garbage".

El álbum se abre con "Sometimes", un buen ejemplo de ese vaivén estilístico al que aludía: envolvente, sí, y con una excelente percusión electrónica, pero muy lento, de melodía simplísima, sin apenas una composición real por detrás. "Empty", segundo corte, es la acertada elección natural como primer sencillo, ya que sin ser un temazo, suena a los Garbage "de toda la vida": rock con guiños a otros géneros, cascadas de guitarras distorsionadas, y unas acertadas estrofas y puente. Lástima que el estribillo baje un par de peldaños y le impida codearse con los mejores momentos de su carrera. "Blackout", tercer corte, es uno de los momentos álgidos del álbum a pesar de sus casi siete minutos, con su progresión armónica oscura en las estrofas y su ambiente crudo que recuerda a "Vow". Un puente largo y realmente salvaje y tiempo para riffs de guitarra en los intervalos instrumentales favorecen el resultado, aunque nuevamente Shirley abusa de las notas bajas en el estribillo. Con otro buen tema a continuación el álbum habría encadenado lo suficiente para enganchar, pero "If I Lost You" es una canción, además de lenta, de estrofas prácticamente inapreciables y estribillo dulzón, y al que su sonido atmosférico no logra sostener.

"Night Drive Loneliness" sí vuelve a sonar a Garbage, y además acelera un poco los bpms hasta situarse como un medio tiempo oscuro y de guitarras distorsionadas que saben enriquecer con su sonido personal (sobre todo en el estribillo final con notas ligeramente diferentes sobre los mismos versos) y que recuerda estilísticamente a su "You look so fine", aunque le falta un poco de la magia melódica de aquella. "Even Though Our Love Is Doomed" insiste en el minutaje amplio, el sonido oscuro, los textos pesimistas y los susurros de Shirley, y no termina de acelerar el tempo para sacar al disco de ese pozo tan peligroso en el que se ha introducido justo en su tramo medio, pese a su arsenal de detalles. Así que cuando "Magnetized" irrumpe con su bajo sintético y su percusión distorsionada y reverberada, actúa como un aliento de fresco. Si bien peca de un optimismo luminoso no muy en línea con el espíritu del álbum, tanto en su letra como sobre todo en su estribillo, siendo lo mejor del mismo el intervalo instrumental sobre el que Shirley declama lo que es a la vez el puente. Por lo cual es necesario llegar a "We Never Tell", también más poppy que el tono general del álbum pero más consistente que la anterior, con mejores arreglos y un doble estribillo perfectamente reconocible, para que el álbum finalmente recupere el pulso, cerca ya de su tramo final.

Un tramo que se abre con el tercer mejor momento del álbum: los seis minutos de "So We Can Stay Alive" son disfrutables de principio a fin, partiendo del mejor principio del disco sobre sintetizadores infecciosos, y el tremendo contraste de las dos guitarras distorsionadas que adornan las estrofas con los susurros de Shirley. El estribillo, además, es probablemente el mejor del disco, y el crescendo y los pitches a lo The Crystal Method que lo enlazan con las siguientes estrofas son originales y están muy logrados. Además de ese minuto instrumental sobre los acordes del estribillo en el que se les nota disfrutar. "Teaching Little Fingers to Play" es, además de la letra más sensual y hasta controvertida del álbum, un nuevo tema lento que vuelve a contrastar demasiado con la energía del corte anterior: una melodía que prácticamente empieza en la entrada en el estribillo, que por otra parte resulta tan anodino como todo lo demás. Y el álbum se cierra en la versión en CD con "Amends", otros seis minutos muy cadenciosos, con una instrumentación brillante que combina arpegios de guitarra y dubs originales, pero con una melodía repetitiva en las estrofas que la certera progresión armónica del estribillo y las dos codas vocales que introducen en dos tramos diferentes no compensan del todo (en la versión en vinilo el álbum se completa con "FWY (Fucking with You)", de nuevo una balada no del todo inspirada pero bien producida que perfectamente podría haber figurado en el tracklist original).

Tres buenas canciones y otras dos a las que se les va sacando la parte positiva en sucesivas escuchas son un bagaje un tanto escaso frente a casi media hora bastante lenta y derivativa. Por lo que el disco no les va a ganar nuevos adeptos, y con suerte les mantendrá el volumen de fans que todavía conservan a día de hoy. Lo que quizá después de veintiún años de trayectoria tampoco esté tan mal, ¿no creen?

miércoles, 6 de julio de 2016

Josef Salvat: "Night swim" (2016)

Es sorprendente cómo al mismo tiempo que los tradicionalmente predominantes Estados Unidos y Reino Unido ofrecen cada vez un número menor de nuevos artistas interesantes, en Australia no dejan de surgir solistas y bandas plenos de talento. De ello da buena muestra el número cada vez mayor de artistas reseñados en este humilde blog (desde Cut Copy a Rüfüs pasando por Gypse & The Cat o Voltaire Twins). A todos ellos se unió el año pasado Josef Salvat, un cantante y compositor de ascendencia española que fue publicando sencillos de gran interés en los últimos tiempos hasta que a finales de febrero debutó a nivel internacional con este "Night swim". Un álbum que ha respondido a las expectativas, aunque con algunos peros.

De manera acertada el disco lo abre "Open season", probablemente su mejor sencillo además del tema que lo dio a conocer como compositor y que de hecho ya formó parte de mi lista de mejores canciones internacionales de 2015. Es un tema de pop elegante, construido sobre una cautivadora progresión armónica, brillantemente interpretado, digno de un crooner del siglo XXI muy por encima de por ejemplo Brandon Flowers, con unos arreglos contemporáneos sin rendirse a las modas ni renunciar a los instrumentos convencionales. "Paradise", siguiente corte, es el quinto y hasta ahora último sencillo extraído, un tema si cabe más bailable que el anterior, también con una acertada progresión armónica y una producción capaz de extraer todo lo mejor de la composición mezclando piano electronico y un synclavier en el estribillo, aunque aun así se queda en mi opinión un escalón por debajo de su predecesora. "Hustler", segundo sencillo de su carrera, es uno de los numerosos temas "lentos" que figuran en el álbum, una balada sentida y bien interpretada que en la versión en estudio arropa muy bien el piano y la voz de Salvat con una elaborada percusión. "Punchline" es si cabe una canción más conseguida que la anterior, más tenebrosa, gélida en el estribillo y con la sorpresa de la distorsionada batería, los coros y el violín que la realzan en sus dos minutos finales; lo que sucede es que al ser la segunda balada seguida descoloca respecto a las intenciones del álbum, que había arrancado mucho más bailable y colorista.

"Closer", sin ser un tema demasiado rápido, supone una saludable vuelta a los ritmos más bailables, aunque su pausado comienzo no lo refleje. Pero el tema va creciendo en el puente hasta desembocar en un meritorio estribillo sabiemente ensalzado por unos violines herederos del sonido philly de finales de los setenta. "Till I Found You", tercer sencillo del álbum, vuelve a frenar el tempo a la vez que baja el listón, porque a pesar de un tema con unos arreglos excelentes y una producción muy meritoria, la composición no termina de armonizar una ambientación pesimista con una letra optimista, y el estribillo resulta un tanto plano. "Shoot and run" es otra nueva balada, otra vez con una instrumentación excelente, ominosa en el comienzo y en las estrofas, con un bajo sintetizado muy difícil de encajar en un tema tan lento, una melodía muy compleja y difícil de interpretar que cubre varias estrofas y probablemente la letra más sugerente del álbum. "Constant Runners" supone otra refrescante aceleración y cambio de estilo, con una progresión armónica y una melodía optimistas que me recuerdan mucho a los Alphaville de "Afternoons in utopia" (1986) con ese pop dinámico de matices electrónicos y guiños al mercado estadounidense que en su momento entregaron (Salvat casi parece Marian Gold en el estribillo).

"Night swim", el tema que da título al álbum además de su cuarto sencillo, es como cabía esperar uno de sus mejores momentos: una nueva balada, con una letra muy sensual, y una melodía cálida, que juega a ser acústica pero que en realidad está realzada con varios detalles que no empañan la interpretación de Salvat (con mención especial para el sintetizador que acompaña sin casi percibirse todo el tema). "The days", un medio tiempo con un estribillo en falsete, sin llegar ser uno de los mejores cortes, sí que mantiene ese nivel medio tan meritorio de todo el álbum. "Every night" es la sorpresa del disco: un tema de soul sesentero muy en la línea en la que últimamente ha descollado Leon Bridges, sobre acordes mayores, con coros de reminiscencias gospel, y una acertada guitarra steel para completar el momento "retro". Y para cerrar el disco Salvat escoge una última balada, "A better word", sobre el piano y la voz de Salvat, correcta pero sin demasiado gancho.

En un debut que ha tardado casi cuatro en gestarse ha habido tiempo de sobra para poder entregar hasta cuatro temas adicionales en la edición deluxe. Empezando por "Secret", otro medio tiempo con una percusión muy marcada deudora del R&B y un tono inquietante, cuyo estribillo en falsete no termina de encajar, a pesar de la nueva melodía con la que lo enriquece en el tramo fial. Siguiendo por "This life", que fue el primer tema y vídeo de su carrera en el 2013, otra balada cuyo mayor valor es el estribillo altivo y un tanto frío con el que sorprende, a la vez que recuerda a John Foxx. Deteniéndose en "Diamonds", la versión del insípido tema de Rihanna que vio la luz en formato sencillo en 2014, que a pesar de ser "desnudado" hasta dejarle sólo los elementos esenciales no termina de emocionar. Y cerrando con el tema más interesante de los cuatro, ese "In the audience" que insiste una vez más en el binomio piano/voz de comienzo reposado pero con una progresión armónica más inspirada y una bonita melodía que desemboca en un certero estribillo, sin duda merecedor de haber formado parte del tracklist oficial.

El mayor pero, pues, es el alto volumen de temas lentos, prácticamente la mitad, más propio de un artista maduro en el tramo final de su carrera que de un debutante cuyos momentos más conocidos los ha alcanzado además con temas bailables y de cierto barniz electrónico. Al ser nada menos que dieciséis cortes, eso hace que a la hora de animarse a escucharlo pueda aflorar la temida sensación de "sí, este disco está bien, pero es que ahora...", que siempre jugó en contra de artistas como Crowded House o Belle And Sebastian. Tampoco juega a su favor cierta indefinición estilística, por otra parte habitual en los álbumes de debut. Y algún tema que ahonda en el estilo de otros del mismo álbum pero de nivel incuestionablemente inferior. No obstante, analizado globalmente, "Night swim" contiene un buen número de grandes momentos, que reflejan la calidad de Salvat como compositor y como intérprete, así como la inteligencia a la hora de armonizar y producir los temas de Rich Cooper. Así que esperemos que tenga una carrera larga y plena de éxitos, incluso a nivel comercial. Porque mimbres tiene para ser una estrella.