sábado, 24 de septiembre de 2016

Ladyhawke: "Wild things" (2016)

Aunque cueste creerlo, ya hace más de siete años que una nueva hornada de mujeres sacudieron el panorama musical internacional, reivindicando y a la vez actualizando conforme a su personalidad los sonidos de los ochenta. Florence + The Machine, Little Boots, La Roux, y la neozelandesa Ladyhawke comandaron esa pequeña revolución. Años después, sus carreras han seguido trayectorias dispares, y la de "Pip" Brown, que así se llama en realidad Ladyhawke tuvo, tras un prometedor comienzo con su homónimo álbum de debut, un bajón significativo con "Anxiety" (2012), su relativamente poco inspirada e instrumentalmente convencional última entrega hasta la fecha. A partir de ahí, mucho alcohol y una depresión profunda, de la que ha salido no hace mucho gracias a su matrimonio y a su nueva vida en Los Ángeles. Todo lo cual ha dado como resultado su álbum más luminoso, en el que Brown se ha encontrado a sí misma rebuscando en las raíces del techno-pop de los ochenta. Que aunque no es la primera vez que las revisita (baste recordar su "Dusk Till Dawn" de su álbum de debut), sí que se ha adentrado en ella con todas sus consecuencias.

Producido por Tommy English, "Wild things" es pues un álbum de pop hecho mayoritariamente sobre sintetizadores y programaciones, muy directo, sin apenas espacio para pasajes instrumentales, mayoritariamente optimista, muy homogéneo (quizá demasiado) y de un nivel medio muy saludable. Aunque tal vez le falte un tema estrella claro, la calidad del sonido sea tan sólo la justa (y eso a pesar de lo que dice la portada sobre las bondades de la tecnología utilizada) y sea tan apresurado (menos de 38 minutos para sus once canciones) que no cala tanto como podría a tenor de su buen nivel compositivo. Así que es necesario digerirlo en sucesivas escuchas para que cada tema crezca según su propia personalidad.

El disco lo abre "A love song", también primer sencillo. Una quizá cuestionable carta de presentación, porque aunque es un buen reflejo de lo que nos espera en el disco (canciones directas, atmósferas efervescentes, synth-pop adictivo), las estrofas son un tanto anodinas, y lo mejor del estribillo es curiosamente el sintetizador que rellena los compases no cantados. Más interesante es "The river", con sus guiños étnicos, la certera combinación entre guitarra y piano, su colorido, sus coros de reminiscencias neozelandesas y sus referencias a la naturaleza. "Wild things", tercer corte y el medio tiempo que da título al disco, juega a ser el tema estrella del mismo al ser su corte más largo y haber sido publicado también como segundo sencillo. Un rol que en mi opinión le queda un pelín grande, aunque sin duda es uno de los mejores momentos del álbum: su precioso comienzo en el que un órgano interpreta los acordes del estribillo (desgraciadamente recortados en el videoclip), el sintetizador que sustenta el tema toda la canción (más propio de Yazoo), una bonita estrofa, un mejor estribillo nuevamente con referencias tribales en su letra, y sobre todo el sintetizador que lo remata en algunas repeticiones, confirman que Ladyhawke ha dado con la tecla. "Let it roll" es un tema más rápido, con influencias New Wave en sus estrofas crudas y un tanto opacas, que sin embargo desemboca en un más armónico y efectivo estribillo.

Tras ese bajo sintetizado que marca el ritmo desde el inicio, "Chills" recuerda un tanto a "The river" en sus estrofas, pero el estribillo es un poco más flojo, aunque el intervalo musical que hace las veces de parte nueva es variado y está muy bien armonizado. "Sweet Fascination" es, con sus menos de cuatro minutos, el segundo tema más largo gracias a su principio sintético: un medio tiempo con un intervalo instrumental en su parte nueva acertadamente más largo que en el resto de temas y un agradable estribillo. "Golden girl", más rápida que la anterior, juega al despiste porque comienza con una guitarra acústica al frente, pero rápidamente la sustituye el mayor despliegue de sintetizadores estridentes de todo el disco hasta conformar otra canción agradable. De "Hillside avenue" podríamos decir que juega a ser el tema "diferente" del disco; no tanto en su propuesta, con otro sintetizador estridente remarcando cada verso de las estrofas y otro estribillo luminoso y adictivo, sino por ese ritmo directamente tomado del reggeaton, y su parte nueva a lo La Roux.

Dentro de un álbum sin momentos flojos, el tramo final es curiosamente el que en mi opinión ofrece mejor nivel. "Money to burn", sin comienzo instrumental y nuevamente con estrofas herederas de la New Wave, es la letra más mordaz del álbum sobre una amiga lesbiana, en especial en su cautivador estribillo ("You sold your heart to me, but you’re just a fool, a fool with money to burn"), aunque también aporta una parte nueva refrescante con una flauta sintetizada. "Wonderland" es mi tema favorito, quizá la progresión armónica más trabajada, sobre un loop de sintetizador adictivo, con unas estrofas que van creciendo conforme se acerca su certero y "guitarrero" puente, y que remata un precioso estribillo, coral en su repetición final. Y el cierre lo pone la meritoria "Dangerous", otra vuelta de tuerca del más que explotado sintetizador del "I feel love" de Donna Summer, que en el puente cambia de tonalidad y nos regala otro inspirado estribillo, realzado por la percusión más interesante de todo el disco y capas de sintetizadores que se van superponiendo.

Y con la misma celeridad con la que comienza el álbum simplemente se interrumpe, más que acaba. Lo que obliga a reposadas repeticiones que permitan ir extrayendo todas sus bondades. Que son muchas: salvando las distancias, me recuerda mucho al debut de La Roux, por estilo, homogeneidad, nivel medio y claro predominio de las partes vocales. Aunque me temo que entre la personalidad de la neozelandesa y la ausencia de un "Bulletproof" no va a tener la repercusión de aquél. Una pena, porque no va a haber muchos discos en lo que resta de temporada tan sólidos de principio a fin.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Bleached: "Welcome the worms" (2016)

Hace tiempo que no reseño en este humilde blog un disco de indie rock de toda la vida. Y es que en este panorama musical contemporáneo cada vez más tecnificado las formaciones clásicas de guitarra-bajo-batería con rabia más o menos contenida siguen perdiendo terreno. Más aún si vienen de Norteamérica. Y aunque hay bandas que puntualmente siguen dando en la diana con un tema concreto (me vienen a la memoria Sleater-Kinney y Best Coast como ejemplos recientes), conseguir la inspiración suficiente para entregar un álbum que aguante el tipo de principio a fin resulta cada vez menos frecuente. Por eso me complace reseñar hoy "Welcome the worms", el segundo álbum del trío femenino californiano Bleached, publicado el pasado mes de abril. Un álbum que supone una consolidación de su propuesta que no era fácil de predecir cuando publicaron hace tres años "Ride your heart", su un tanto anodino álbum de debut.

No es que "Welcome the worms" sea un álbum intachable. Sólo treinta y seis minutos en las mínimas diez canciones necesarias para que el potencial comprador no se sienta defraudado de inicio. Unas composiciones por otra parte no siempre igual de inspiradas, ya que tras un irreprochable primer tercio el disco pierde parte de su fuerza. Y la voz justita de Jennifer Clavin no permite demasiadas alegrías. Pero aguanta bien el tipo hasta el final, y enriquecen puntualmente la archiconocida fórmula instrumental con otros detalles en la línea de los mejores The Dandy Warhols, lo que permite escucharlo sin esfuerzo de principio a fin.

"Keep On Keepin' On" es una excelente forma de abrir el álbum: uno de los dos temas publicados en formato sencillo, se trata de uno de los mejores momentos del disco y de toda su carrera. Un tema largo, pleno de energía, poderoso, con una progresión armónica tremendamente elaborada que va enlazando y armonizando con notable acierto las distintas partes, una melodía correcta en el estribillo y mejor aún en las estrofas, y una correcta interpretación de todos los instrumentos. Le sigue "Trying to Lose Myself Again", más corta y también más cruda que la anterior, aun así muy elaborada compositivamente, con muchos compases instrumentales en las que las guitarras muestran toda su crudeza, y que curiosamente funciona aun sin un estribillo claramente definido. "Sleepwalking" es el tercer trallazo consecutivo, otra demostración de cómo construir un tema de rock directo y a la vez complejo compositivamente, esta vez con un estribillo definido y efectivo, y además unos intervalos instrumentales en los que Jessica Clavin se luce a la guitarra.

"Wednesday night melody", cuarto tema y segundo sencillo extraído, es un tema más lento durante la mayor parte de su duración y sin embargo igual de efectivo que los tres anteriores. Ese riff de guitarra al que le falta el último compás es una brillante forma de retrotraernos a las décadas gloriosas del rock y a la vez enganchar desde el comienzo, aunque luego no se limitan a repetirlo sin fin, sino que van desarrollando la canción con cambios de ritmo, estrofas con los cuatro compases, guiños al grunge de los noventa, un estribillo de pop casi colorista, una parte nueva en la que voz y guitarra interpretan las mismas notas, una letra sugerente... Pero es el último gran momento del álbum, a partir de ahí todo se mueve entre dos categorías: lo simplemente correcto y lo interesante sin llegar a brillante.

A la primera categoría pertenece "Wasted on you", el quinto corte: un tema de claras reminiscencias californianas, rápido y tarareable pero sin mayores sorpresas. A la segunda los dos temas siguientes: "Chemical air", que sin cambiar mucho el guión respecto a la anterior se beneficia de una parte nueva con una nueva progresión armónica que finaliza en un original solo de guitarra, para volver con habilidad luego al último estribillo; y "Sour candy", otro luminoso estribillo que culminan con un certero crescendo realzado sabiamente por un sencillo sintetizador. Y a la primera nuevamente "Desolate town", claro deudor de Nirvana con esas guitarras distorsionadas que repiten en estrofas e intervalos instrumentales una sencilla progresión armónico de acordes en quintas, aunque esa especie de segundo estribillo que empieza con "Choked on a daydreaming..." la lleva a un escalón superior en términos de complejidad compositiva.

"I'm All Over This Place (Mystic Mama)" es en mi opinión el último momento relevante del álbum: a partir de ese psicodélico comienzo que repetirán más adelante sabiamente realzado por un órgano Hammond, proponen unas interesantes estrofas construidas sobre un efectivo riff de guitarra, y a ello se añade una parte nueva en la que se atreven con una percusión diferente y varios efectos sonoros. "Hollywood, We Did It All Wrong" cierra el álbum con otro momento correcto, también de influencias californianas y que recuerda a Weezer al mezclar unas melancólicas frases en el estribillo con una melodía luminosa.

Bajo su aparente sencillez y convencionalismo, "Welcome the worms" esconde una riqueza compositiva sorprendente y un pulso continuo por mantener al melómano enganchado de principio a fin. Por ello creo que contiene argumentos suficientes para que Bleached asciendan de la segunda división del rock estadounidense. Veremos si lo consiguen.